Lo único cierto es que no sé, que es extraño, que me cansé.
Del frío invierno, de la calefacción barata,
de la carne congelada, de las corruptibles fuentes vivas…
Del vacío placer que es excusa, del desvanecimiento de los sabores,
de la ausencia de contemplación, del paso rápido e impreciso a lo concreto, de los monótonos cambios de ritmo,
de la incapacidad de un rotundo ¡NO!
Se nubla consciente-mente a la razón para más tarde dejarla entrar en discusión, solo después de agotar a los sentidos haciéndolos presos del libertinaje.
Un tabú se vuelve una costumbre
y la emoción de probar lo prohibido va quedando en el olvido.
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