Cual negro payaso que atraviesa tristes peripecias para al público hacer reír, jugó conmigo un instante el destino poniéndome a la incertidumbre en el camino.
Apareció como blanca figura, que inofensiva y cautelosa apresó mi atención.
Jugamos a hacer funambulismo con la expresión del otro.
La inestabilidad fluctuó cual péndulo en el cuerpo, fue mayor la sensación de descontrol y cansancio y aun así lo valió por lograr la liberación.
Al final tan solo quedó la risa, delgado legado de cómo ésta historia se dio.
Y concluyo que la risa es un éxtasis para la vida, la carcajada deforma tu cara, rompe la estandarización de las cosas y la más deforme belleza es irradiada por el ser ahogado en su propia risa.
Y por todo y por todos, fue tan solo la emoción de la incertidumbre.
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